domingo, 30 de junio de 2013

Diez años de la exhortación apostólica "Ecclesia in Europa"

El 28 de junio se conmemoraron los diez años de la Exhortación apostólica postsinodal "Ecclesia in Europa", promulgada por el beato Juan Pablo II, como resultado de la II Asamblea Especial para Europa en Roma.

Los 117 padres sinodales de entonces reflexionaron del 1 al 23 de octubre de 1999 sobre el tema "Jesucristo viviente en su Iglesia, fuente de esperanza para Europa”. Lo destacable fue que iba en continuación de la primera asamblea de fines de 1991, que centró su debate sobre el testimonio cristiano en un mundo contemporáneo y sentaba las bases para una nueva evangelización en el Viejo Continente.

La Segunda Asamblea Especial para Europa fue la última de la serie de asambleas sinodales continentales convocadas por el entonces papa y hoy beato Juan Pablo II, en su carta apostólica Tertio millenio adveniente, como parte de la preparación al Gran Jubileo del Año 2000.

Según se recoge en la reseña de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, la segunda asamblea se desarrolló en medio de "nuevas situaciones sociales y culturales, presentes en el continente tras los cambios políticos ocurridos en el Este".

Se lee también que los padres sinodales prestaron atención a las diversas realidades de la Iglesia en Europa y al particular momento histórico en relación al proyecto de unificación del continente. "El tema de Jesucristo, viviente en su Iglesia, dominó la discusión sinodal sobre las raíces culturales del continente y, al mismo tiempo, constituyó una fuente de esperanza en la construcción de una nueva Europa sobre el fundamento de la fe", reseña el alto ente eclesial.

Promulgado el documento que estamos recordando, el Consejo post-sinodal (instalado por norma al término de cada asamblea sinodal), se reunió para evaluar el impacto y la aplicación de Ecclesia in Europa en el continente, elaborando un cuestionario que se envió a las conferencias episcopales y a las organizaciones continentales en Europa. Estas respuestas permitieron evaluar algunos aspectos de la misión de la Iglesia para el trabajo a futuro en los países europeos.

Foro Juan Pablo II

jueves, 27 de junio de 2013

Juan Pablo II y la Virgen del Perpetuo Socorro

Siempre hemos oído hablar de la devoción del Beato Juan Pablo II a María Santísima bajo esta advocación, devoción que cultivó ya desde joven. El 30 de junio de 1991 visitó la Iglesia de San Alfonso en Roma con motivo de la celebración de los 125 años del culto público al icono del Perpetuo Socorro en dicha Iglesia. En la charla que mantuvo con la comunidad tras la celebración religiosa dijo expresamente: 

"...Recuerdo que en la última guerra, durante el periodo de la ocupación nazi de Polonia y siendo yo obrero en una fábrica de Cracovia, me paraba siempre en una iglesia, precisamente la de los redentoristas, que se encontraba en mi camino de regreso de la fábrica a casa. En aquella Iglesia había una imagen de la Virgen del Perpetuo Socorro. ¡Cuántas veces me detuve ante dicha imagen! y no sólo porque me caía de paso, sino también porque la encontraba muy bella. Aún después de ser Obispo y Cardenal de Cracovia volví a visitar dicha Iglesia. Prediqué en ella muchas veces y también en ella administré Sacramentos, sobre todo el de la Confirmación. Se comprende fácilmente, pues, que el venir hoy aquí me resulte como si hiciese un viaje hacia mi pasado, hacia mi juventud..."

Oración de Juan Pablo II a la Virgen del Perpetuo Socorro
(Manila, Filipinas, el 17 de febrero de 1981)

Oh Madre del Perpetuo Socorro,

A Ti, Reina de los Mártires y Madre de la Iglesia, deseo confiar de modo especial este ministerio papal mío y sus múltiples dimensiones. Ya desde los comienzos, de la sangre de los mártires precisamente nació y creció con fuerza la Iglesia de tu Hijo, la Iglesia de Jesucristo, con cuyo sacrificio en la Cruz, Tú, Madre, cooperaste, con el sacrificio maternal de tu Corazón (cf. Lumen gentium, 58).

Son muchos ciertamente los ejemplos que encontramos de tal testimonio prestado por mártires santos y bienaventurados en varias partes del gran continente de Asia. Los fundamentos de la fe sellados con la sangre parecen estar hondamente arraigados ya en el terreno de la historia. Pero no somos nosotros, que somos seres humanos, quienes podemos medir y decir si estos fundamentos son suficientes para construir el servicio al Evangelio y a la Iglesia en estas extensas tierras y en las incontables islas que las rodean. Este juicio lo dejamos a la Misericordia del mismo Dios, al Corazón de nuestro Redentor y Señor, y al Espíritu Santo que guía a la humanidad y a la Iglesia a través del testimonio de sangre prestado al Reino de Amor y de Verdad.

No obstante, todo el trabajo inmenso que se presenta ante nosotros, yo, Juan Pablo II, con plena conciencia de mi debilidad humana y de mi indignidad deseo confiarlo a Ti, Madre de Cristo y de la Iglesia, que velas con tu incesante amor maternal sobre ella en todas partes, dispuesta a prestar toda clase de ayuda a cada corazón humano y en medio de todos los pueblos. Y sobre todo entre quienes están probados más duramente por el sufrimiento, la pobreza y toda clase de aflicciones imaginables.

Así, en el umbral de mi visita pastoral a Extremo Oriente, te encomiendo y consagro con confianza absoluta, como a Madre de nuestro Redentor, todas las naciones y pueblos de Asia y de las islas que la rodean. Te encomiendo y confío la Iglesia, particularmente los lugares donde padece más dificultades, donde no es comprendida debidamente su misión ni tampoco su irreprimible deseo de servir a los individuos y a los pueblos. En el umbral de esta peregrinación te encomiendo hoy las hospitalarias Filipinas y la Iglesia que al estar arraigada aquí con fuerza particular, siente con la misma fuerza particular su responsabilidad misionera. Que no le falte la fuerza necesaria para la obra de evangelización. Que persevere en el servicio de su pueblo y en la apertura a todos los demás, como siervo fiel que espera constantemente la llegada del Señor.

Oh Madre del Perpetuo Socorro, acoge esta consagración humilde y deposítala en el Corazón de tu Hijo, Tú que cuando estabas al pie de su Cruz en el Calvario nos fuiste dada a cada uno de nosotros como Madre. Amen.

sábado, 22 de junio de 2013

La mujer de Costa Rica que se curó con las reliquias de Juan Pablo II detalla su testimonio

«Salí de ese parque sanada» Con esta naturalidad Floribeth Mora relata cómo se curó por intercesión de Juan Pablo II.

Esta mujer costarricense que vive en la localidad de Tres Ríos de Cartago es la protagonista del milagro que podría llevar a los altares al Papa polaco, después de que el pasado martes la comisión teológica de la Congregación para la Causa de los Santos diera fe de lo ocurrido, como ya lo hicieran en el mes de abril los médicos que reconocieron que, de forma inexplicable, Flory –como la llaman sus familiares y amigos–superó un aneurisma cuando ya estaba desahuciada por los médicos.

Flory escribió su testimonio

Todo comenzó el 8 de abril de 2011 al despertar. «Me dio un dolor de cabeza tan fuerte que pensé que me reventaría la cabeza. Le pedí a mi esposo que me llevara al hospital porque me sentía bastante mal. Cuando llegué me encontraba muy mal por los vómitos y el dolor de cabeza», relata esta mujer en un testimonio escrito por ella misma hace un año, recogido ahora por “La Razón” y confirmado a este diario por uno de los partícipes del milagro.

En aquella primera visita al médico, le diagnosticaron estrés y presión alta. Al comprobar a lo largo de los días posteriores que su estado de salud no mejoraba, decidió acudir a un hospital en San José, la capital del país.

«Tras varios exámenes me dijeron que tenía un pequeño derrame de sangre en mi cerebro, luego me hicieron un TAC y descubrieron que se trataba de un aneurisma cerebral en el lado derecho».

De inmediato la trasladaron a otro centro, mientras los facultativos se mostraban sorprendidos por su aguante. Tras varios intentos por cerrar el goteo de sangre que sufría en su cerebro, el equipo médico que la atendía tuvo que desistir al encontrarse la dilatación en un lugar de difícil acceso.

A partir de este momento, la situación empeoró sobremanera. Tras pasar unos días en observación, las limitaciones del sistema sanitario costarricense impidieron llevar a cabo una operación.

«Se cerraban así mis posibilidad de sobrevivir a tan fatal diagnóstico», recuerda esta madre de cuatro hijos, abuela de cuatro nietos y esposa de un ex oficial de la Policía nacional.

Tal era la gravedad de su situación que regresó a casa con un aviso claro a su familia: sólo le quedaba un mes de vida. Sin embargo, a pesar de la desesperación que en un primer momento les generó pensar en el desenlace de la historia, «nos llenamos de mucha fe, pero no puedo negar el miedo tan grande que sentía al ver lo que me estaba sucediendo».

Juan Pablo II, beato

No se cumplía ni un mes de aquella mañana en la que su vida se truncó, cuando tuvo lugar otro giro inesperado. El 1 de mayo de 2011, en la plaza de San Pedro, más de un millón de personas participan en la beatificación de Juan Pablo II.

Benedicto XVI proclamaba beato al Papa polaco destacando en primera persona cómo vivió la santidad de su predecesor en la sede de Pedro: «Durante 23 años pude estar cerca de él y venerar cada vez más su persona. Su profundidad espiritual y la riqueza de sus intuiciones sostenían mi servicio. El ejemplo de su oración siempre me ha impresionado y edificado: él se sumergía en el encuentro con Dios, aun en medio de las múltiples ocupaciones de su ministerio». Cuando amanecía en Costa Rica, Juan Pablo II ya había sido beatificado.

Como todos los domingos, la familia de Floribeth acudió a misa a la parroquia. Con pocas fuerzas, pero de nuevo animada por su esposo, acudieron al centro del barrio porque se estaba celebrando una procesión.

«En ese momento estaba pasando una carroza con la imagen de Jesús Sacramentado y sentí un frío en el cuerpo. Me bajé del coche y fui hasta allí».

Entonces, el sacerdote que acompañaba a la procesión declamaba una oración: «¡Oh, Señor! Hay una sanación».

La mujer se detuvo y se puso a rezar: «Le pedimos a nuestro Papa Juan Pablo que nos ayudara a pedirle a Dios que me ayudara».

Y en ese preciso instante, algo empezó a cambiar. «Salí de ese parque con la fe de que yo fui la sanada», apunta esta madre de familia que desde entonces centra las miradas de sus vecinos y amigos. A partir de ahora, de todo el orbe católico.

Unos días después de aquel hecho, Floribeth, consciente de que al Santuario de la Virgen de Ujarrás –cercano a su domicilio– había recibido unas reliquias del Papa polaco, decidió acudir a rezar. «De nuevo, un milagro», apostilla.

Se trataba de un relicario que contiene muestras de sangre de Juan Pablo II, extraídas un día antes de morir.

Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado, cuando llegó ya había terminado la exposición. Aun así, el padre Dónald Solano hizo una excepción.

«Me la enseñó y la toqué. Seis meses después me hicieron otro examen en el cerebro y me indicaron que el aneurisma había desaparecido para la honra y la gloria de mi Dios», subraya esta mujer, que haría posible que Juan Pablo II sea proclamado santo, quizá, el próximo 20 de octubre, cuando se cumplen 35 años del inicio de su Pontificado.

El neurocirujano, sin explicación

Según publicó el jueves 20 de junio el diario «La Nación» de Costa Rica, el neurocirujano Alejandro Vargas Román, que atendió a Floribeth Mora durante su enfermedad, confirmó estos días que no encontró explicación científica a la desaparición repentina del aneurisma que padecía cuando analizaron exámenes posteriores a aquel 1 de mayo de 2011.

Además, Vargas reveló que funcionarios de la Santa Sede le consultaron sobre los detalles del caso durante la fase diocesana del proceso de canonización, la primera antes de que los informes sean remitidos a Roma y examinados por las diferentes comisiones de la Congregación para la Causa de los Santos.

«Médicamente, en teoría, nunca les va a desaparecer un aneurisma a las personas porque es una dilatación. Científicamente yo no le tengo ninguna explicación del por qué desapareció», comenta el doctor, que vivió en primera persona lo ocurrido en el hospital Calderón Guardia.

Diario “La Razón”

Religión en libertad.com

miércoles, 19 de junio de 2013

La canonización del Beato Juan Pablo II está más cerca...

Juan Pablo II fue beatificado el 1 de Mayo de 2011. ¿Cuál es el estado de la causa de su canonización?

El camino hacia la canonización de Juan Pablo II ha tomado un nuevo impulso después de que se haya conocido el 19 de junio que la Comisión Teológica de la Congregación para la Causa de los Santos, formada por 30 cardenales, ha aprobado el segundo milagro que se produjo por intercesión del Papa Juan Pablo II, después de ser beatificado.

Hace unos meses, la comisión médica de la Congregación para la Causa de los Santos aprobó un supuesto milagro por intercesión de Wojtyla, dado que consideraron la curación como "inexplicable para la ciencia". Es el milagro necesario para la canonización del primer papa polaco de la historia, que fue beatificado el 1 de mayo de 2011.

Para que una persona sea beatificada es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado, es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato, y es el que se ha aprobado ahora.

El Vaticano no ha desvelado nada aún sobre este supuesto milagro. El paso que falta después de esta aprobación es que la Congregación para la Causa de los Santos presente al Papa Francisco el resultado para que dé su visto bueno definitivo y pueda establecer la ansiada fecha de la canonización.

El día "más probable" para la canonización de Juan Pablo II puede ser el 20 de octubre, fecha intermedia entre el 35 aniversario de la elección de Karol Wojtyla como papa (el 16 de octubre de 1978) y el comienzo oficial de su pontificado, el 22 de octubre siguiente).

El proceso que llevará a Juan Pablo II a los altares se abrió el 28 de junio de 2005 y comenzó en Roma, ciudad en la que murió y de la que fue obispo durante 26 años y medio. La causa se abrió por deseo del papa Ratzinger, sin esperar a que transcurrieran cinco años de su muerte, como establece el Código de Derecho Canónico y como ocurrió con Madre Teresa de Calcuta.

El anuncio fue acogido con gran alegría en el mundo católico, donde aún sigue vivo el grito "santo súbito " (santo ya) que decenas de miles de personas corearon aquel día de abril de 2005.

La beatificación de Juan Pablo II se realizó el 1 de Mayo de 2011. La comisión médica de la Congregación para las Causas de los Santos y un grupo de teólogos le dieron el visto bueno al milagro atribuido a su intercesión: la inexplicable curación del mal de Parkinson de una monja francesa, Sor Marie Pierre-Simon.

Esta enfermedad le había obligado a dejar su trabajo como enfermera en el área de maternidad de un hospital de Arles, en Francia. En junio de 2005, tras haber pedido a Juan Pablo II una mejora en su enfermedad, el Parkinson desapareció totalmente.

Los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos dieron su visto bueno y Benedicto XVI firmó el decreto poniendo como fecha el 1 de Mayo de 2011, domingo de la Divina Misericordia, devoción impulsada por Juan Pablo II. La beatificación reunió a un millón de personas.

Fuente: Web Católico de Javier 

domingo, 16 de junio de 2013

Oración a María, Madre de Misericordia

María,
Madre de misericordia,
cuida de todos para que no se haga inútil
la Cruz de Cristo,
para que el hombre
no pierda el camino del bien,
no pierda la conciencia del pecado
y crezca en la esperanza en Dios,
«rico en misericordia» (Ef 2, 4),
para que haga libremente las buenas obras
que Él le asignó (cf. Ef 2, 10)
y, de esta manera, toda su vida
sea «un himno a su gloria» (Ef 1, 12).

Beato Juan Pablo II
-La Puerta de la Fe-

miércoles, 12 de junio de 2013

Un mensaje de Juan Pablo II

Hay un mensaje de Juan Pablo II, muy útil para nuestra actual problemática, y que permanece válido. Viene a decir que no hay paz sin justicia. Y no hay justicia sin perdón. Publicado para la Jornada Mundial de la Paz, tenía como trasfondo la amenaza terrorista. El papa reconoce el derecho a defenderse que debe atenerse a reglas morales y jurídicas. Pero advierte que el restablecimiento de la paz exige también el perdón, que se opone a la venganza y al rencor. Y confirmaba que profana el nombre de la justicia quien lo instrumentaliza para hacer violencia al hombre.   Y se podría añadir que una base especialmente válida en nuestro caso es desechar el pesimismo, la desesperanza.

Porque perder la esperanza es quizá lo peor que nos puede suceder, porque nos quedamos sin fuerzas, sin voluntad de construir nuestra sociedad. Fue famosa la frase de Churchill, vencedor en la Segunda Guerra Mundial: el optimista tiene siempre un proyecto; el pesimista, una excusa. Porque el pesimismo reiterado puede ser autodestructivo. Alguna vez puede ser positivo señalar lo negativo del mundo actual para identificar problemas a solucionar; pero también puede ser una excelente excusa para la pereza y la comodidad; porque un pesimismo social que exagera los problemas no da soluciones y lleva a no hacer nada, porque… no tenemos solución.  

También en el Mensaje Mundial de la Paz citado al comienzo, Juan Pablo II se refería a la delicada situación internacional del momento (el conflicto árabe-israelí, que duraba ya más de cincuenta años) y decía algo de validez perdurable: los derechos y exigencias de cada parte serán tenidos debidamente en cuenta y regulados de manera ecuánime, siempre y cuando prevalezca en todos la voluntad de justicia y de reconciliación y de saber perdonar.  

Hay que saber aprender en cabeza ajena. Son –o fueron– el proceso de paz en Irlanda, la comisión de la verdad en Sudáfrica, la negociación con la guerrilla colombiana, la normalización en el País Vasco... y muchos otros casos demuestran que, a la larga, la necesidad de reconciliación entre los hombres prevalece sobre el poder de las ideologías que los separan. Pero también demuestran que la reconciliación es posible, sobre todo cuando la ofensa es grave o la reparación es imposible porque se han perdido vidas y perdonar es una tarea muy difícil: pero es posible, más aún imprescindible si de veras se quiere la paz.

Lo mejor es enfocar el futuro y no el pasado, para llevar el país adelante. La lección de otros países que se han empeñado en aclarar y seguir aclarando hasta la saciedad, parece patente: fue el ejemplo de Serbia, Irlanda del Norte, el país vasco… y un largo etcétera en el que ninguno de nosotros deseamos que nos incluyan. El camino hacia la madurez y la paz no siempre es sencillo, porque fácilmente se producirán malentendidos. Pero a través del diálogo podemos acercarnos, siempre de nuevo, a los otros: por esto es tan importante educarnos en el arte de practicarlo.


Foro Juan Pablo II

sábado, 8 de junio de 2013

Corazón Inmaculado de María

"El Corazón de la Madre es en todo semejante al Corazón del Hijo. También la Bienaventurada Virgen es para la Iglesia una presencia de paz y de reconciliación: ¿No es Ella quien, por medio del Ángel Gabriel, recibió el mayor mensaje de reconciliación y de paz que Dios haya jamás enviado al género humano (Lc. 1,26-38)?

María dio a luz a Aquel que es nuestra reconciliación; Ella estaba al pie de la Cruz cuando, en la Sangre del Hijo,  Dios reconcilió "con Él todas las cosas" (Col 1,20); ahora, glorificada en el Cielo, tiene -como recuerda una plegaria litúrgica- "un corazón lleno de misericordia hacia los pecadores, que, volviendo la mirada a su caridad materna, en Ella se refugian e imploran el perdón de Dios..." 

Beato Juan Pablo II.
Ángelus. Domingo 3 de septiembre de 1989

miércoles, 5 de junio de 2013

Al escuchar a Juan Pablo II se hizo sacerdote y misionero

Es sacerdote de la Congregación de los Misioneros de la Preciosa Sangre, fundada por San Gaspar del Búfalo, y vive en Italia.  Cuando el Beato Juan Pablo II visitó Tanzania en los años 90 “yo estaba haciendo el servicio militar obligatorio, me escapé del campo y por una pequeña radio escuché todo su mensaje y eso me tocó”, relata el sacerdote africano, David Alexander Kinabo, que actualmente es misionero en Italia.

El Padre Kinabo natural de Tanzania señala que “a pesar que no estaba en el seminario, tenía el deseo de convertirme en misionero y ser sacerdote y luego que lo escuché (Juan Pablo II), envié una carta a los Misioneros de la Preciosa Sangre, fundada por San Gaspar del Búfalo”.

El miércoles 5 de setiembre de 1990 el Papa Wojtyla señaló en la Misa celebrada en el Estadio Kilimanjaro en Moshi, Tanzania que “ustedes queridos hermanos y hermanos son la feliz cosecha de los misioneros –agregando posteriormente– podrían inundar el mundo con la luz”.

El Papa peregrino enfatizó al pueblo africano que “es su momento de convertirse en testigos de Cristo en Tanzania, el continente africano y hasta los confines de la tierra”. Estas palabras pronunciadas por el beato, fueron aquellas que llevó a determinar al Padre Kinabo, quien en ese momento tenía 23 años, a responder al llamado a la vocación religiosa.

África de ser el continente que por muchos años fue evangelizado por los europeos, ahora sale al encuentro de Europa para proclamar la palabra de Dios y a re-Evangelizar. Para el Padre David, esto es como “aquél que invierte su dinero en una campaña y luego de tantos años retorna lo invertido en frutos”.

Como bien decía el Beato “son la feliz cosecha de los misioneros”. El sacerdote cuenta que hace unos días visitando Pompeya “una primera Misa la celebró un africano, la segunda otro africano que hablaba en italiano y francés, probablemente de Congo o Ghana, y también estaba yo. Me he maravillado y comentamos: ahora estamos todos aquí”.

Desde que ingresó al seminario, el sacerdote estudió 10 años en Tanzania, luego fue enviado a Roma para su ordenación que fue presidida por el Arzobispo de Dar-es-Salaam (Tanzania), Cardenal Polycarp Pengo. Posteriormente  regresó a Tanzania a servir por cinco años y en octubre de 2005 fue enviado nuevamente a Italia, país que permanece desde hace ocho años siendo “una bella experiencia, a pesar de la diferencia cultural, me han acogido bien. Hasta me han cambiado el nombre ya no me llaman Padre David, me dicen Padre D”.

El Padre Kinabo dice a los misioneros de África que “no tengan miedo de venir a Europa, primero de todo es una llamada de amor propia de Dios, a la gente, al pueblo, a Europa para evangelizar, este debe ser nuestro fundamento, el amor que empuja para evangelizar el mensaje que hemos recibido, es el amor de Dios que te lleva a los confines de la tierra"… "La palabra de Dios se puede insertar en cada cultura, raza y nación, por eso es importante de ser cristiano, católico, de llevar ese mensaje de paz de alegría, aunque algunas veces predicamos según nuestra cultura, de manera simple, al modo de África. Hay tantas personas que te agradecen cuando haces una prédica, cuando las personas se identifican, entonces se sienten bien y te acogen a veces canto en mi idioma swahili”.

El Padre David respondió al llamado de Dios en su corazón, como señala la congregación a la que pertenece, “los misioneros son llamados a lugares que significan un desafío para ellos”. Actualmente el Padre es capellán de una pequeña capilla que pertenece a la Parroquia Preciosísima Sangre en San Roco, Bari, Italia.

Foro Juan Pablo II